martes, 29 de septiembre de 2015

Sierra Gorda de Querétaro, México



El encanto del ecoturismo
La Sierra Gorda de Querétaro, Reserva de la Biósfera, es una ventana de esperanza en donde aún persiste la tenacidad de la tierra que brinda un suelo fértil, sin erosión, rico en nutrientes, deseoso de realizar una primaria y común función reproductiva; recibir la semilla que habrá de convertirse en árbol, que con otros nos obsequian bosques.    Bosques para visitar y extasiarse con la mirada, para olfatear y regodearse con su aroma, para oxigenarse con el más pleno disfrute de nuestros pulmones.


¡Ven, te invito a darte una vuelta por aquí!

Bosques para vivir la aventura de visitarlos, de comprenderlos, de cuidarlos, de ser testigo del ciclo del agua siempre presente, evotranspirada, evaporada, rociada de finas gotas o torrentes lluvias, escurriendo en hermosos ríos que otra vez los riegan, los infiltran y nos visitan en nuestras ciudades subterráneamente.

Gracias a ellos agua tenemos para beber, muebles que acompañan nuestra vida cotidiana, libros por leer, textos por escribir y guardar en ellos nuestras palabras, lápices de colores para dibujar arcoíris formados en esa mezcla de sol y lluvia, motivos para talarlos, tallarlos, convertirlos en bellas artesanías, en trastos, en marcos que acompañan nuestros más gratos momentos.  Que también acompañan la pobreza, la calientan, la alimentan, la guarecen de las inclemencias del tiempo.

Cuántas fuentes de empleo viven de los bosques, fuentes les decimos y las vamos secando poco a poco, cambiamos su verdadera vocación de hogar de otros que son como nosotros; nacen en ellos, respiran en ellos, se reproducen en ellos y mueren ahí.    Es un mundo biodiverso rico en flora y fauna que parece hasta hoy la depredación de la especie humana ha podido respetar, entre pinos, biznagas, encinos y ceibas gustan de habitar guacamayas verdes, jaguares, osos negros, pumas, puercoespín, margays.   También preserva especies en peligro de extinción como jaguares, tigrillos, jaguarundi y el guacamayo militar.

Desde 1997 es Reserva de la Biosfera, la zona se percibe deseosa de mostrar al visitante sus riquezas culturales y naturales, preservando, mejorando y manejando sustentablemente sus recursos.    El viaje a conocer la zona me regaló la oportunidad de reencontrarme con la esperanza de la convivencia entre el hombre y la naturaleza en armonía.    Encontrar por la ruta pueblos limpios, depósitos de basura muy cerca unos de otros, ríos con aguas sin contaminar, recolección de PET en contenedores especiales, pueblos de 300 habitantes con una planta tratadora de aguas residuales, te deja la esperanza de que con educación podemos esperar un mundo mejor.  

Es difícil elegir una sola foto cuando quisiera a través de ella compartirle al mundo la necesidad que tenemos de regresar a nuestro origen, al principio de todo, como deja escrito el jefe Seattle en 1855 en esa bella carta que aunque me gusta toda sólo transcribo una pequeña parte.   “Somos parte de la tierra y ella es parte de nosotros. Las flores perfumadas son nuestras hermanas; el ciervo, el caballo, el gran águila, son nuestros hermanos. Los picos rocosos, los surcos húmedos de las campiñas, el calor del cuerpo del potro y el hombre, todos pertenecen a la misma familia.”

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