El encanto del ecoturismo
La Sierra Gorda de Querétaro, Reserva de la Biósfera, es una
ventana de esperanza en donde aún persiste la tenacidad de la tierra que brinda
un suelo fértil, sin erosión, rico en nutrientes, deseoso de realizar una primaria
y común función reproductiva; recibir la semilla que habrá de convertirse en
árbol, que con otros nos obsequian bosques.
Bosques para visitar y extasiarse con la mirada, para olfatear y
regodearse con su aroma, para oxigenarse con el más pleno disfrute de nuestros
pulmones.¡Ven, te invito a darte una vuelta por aquí!
Bosques para vivir la aventura de visitarlos, de
comprenderlos, de cuidarlos, de ser testigo del ciclo del agua siempre
presente, evotranspirada, evaporada, rociada de finas gotas o torrentes
lluvias, escurriendo en hermosos ríos que otra vez los riegan, los infiltran y
nos visitan en nuestras ciudades subterráneamente.
Gracias a ellos agua tenemos para beber, muebles que
acompañan nuestra vida cotidiana, libros por leer, textos por escribir y
guardar en ellos nuestras palabras, lápices de colores para dibujar arcoíris formados
en esa mezcla de sol y lluvia, motivos para talarlos, tallarlos, convertirlos
en bellas artesanías, en trastos, en marcos que acompañan nuestros más gratos
momentos. Que también acompañan la
pobreza, la calientan, la alimentan, la guarecen de las inclemencias del tiempo.
Cuántas fuentes de empleo viven de los bosques, fuentes les
decimos y las vamos secando poco a poco, cambiamos su verdadera vocación de
hogar de otros que son como nosotros; nacen en ellos, respiran en ellos, se reproducen
en ellos y mueren ahí. Es un mundo
biodiverso rico en flora y fauna que parece hasta hoy la depredación de la especie
humana ha podido respetar, entre pinos, biznagas, encinos y ceibas gustan de
habitar guacamayas verdes, jaguares, osos negros, pumas, puercoespín, margays. También preserva especies en peligro de extinción como jaguares, tigrillos, jaguarundi y el guacamayo militar.
Desde 1997 es Reserva de la Biosfera, la zona se percibe
deseosa de mostrar al visitante sus riquezas culturales y naturales,
preservando, mejorando y manejando sustentablemente sus recursos. El viaje a conocer la zona me regaló la
oportunidad de reencontrarme con la esperanza de la convivencia entre el hombre
y la naturaleza en armonía. Encontrar
por la ruta pueblos limpios, depósitos de basura muy cerca unos de otros, ríos
con aguas sin contaminar, recolección de PET en contenedores especiales,
pueblos de 300 habitantes con una planta tratadora de aguas residuales, te deja
la esperanza de que con educación podemos esperar un mundo mejor.
Es difícil elegir una sola foto cuando quisiera a través de
ella compartirle al mundo la necesidad que tenemos de regresar a nuestro
origen, al principio de todo, como deja escrito el jefe Seattle en 1855 en esa
bella carta que aunque me gusta toda sólo transcribo una pequeña parte. “Somos
parte de la tierra y ella es parte de nosotros. Las flores perfumadas son
nuestras hermanas; el ciervo, el caballo, el gran águila, son nuestros
hermanos. Los picos rocosos, los surcos húmedos de las campiñas, el calor del
cuerpo del potro y el hombre, todos pertenecen a la misma familia.”
No hay comentarios:
Publicar un comentario